Texto de Ignacio Izquierdo, miembro del taller. Lee, comenta, opina, sugiere, hazte notar!!!
Historia con un fondo roto
Su reloj marcaba las 4:53 de la tarde cuando llegó al pueblo. Anduvo durante 10 minutos preguntando por alguien, luego se metió a un bar en plena calle principal y esperó.
Juan se enteró por los comentarios de la gente que un forastero joven lo buscaba. Su instinto le hizo pensar en el muchacho que estaba esperando desde hacía muchos años. Creyó que el joven ya sabía el secreto que a él lo había perturbado desde aquel incidente con Damián Lineros. “Es el momento de aclarar todo”, se dijo.
Sin saber el sitio exacto donde encontrarlo salió a la calle. Pensó que si deambulaba por ahí, el muchacho daría muy pronto con él. No quería dejarse atormentar por la impaciencia, pero no pudo. Buscó en todas las direcciones deseando que apareciera, casi rogaba para que el joven llegara cuanto antes. Quizás por eso, no se percató de que estaba siendo observado desde el umbral del bar TEKILA AZUL.
La tarde moría en calma y la noche llegaba con su habitual traje negro. El alumbrado público fue tomando posesión de la calle, igual que 14 años atrás, cuando él mató en defensa propia a Damián Lineros. Un caso que todos tomaron como un simple lío de faldas. No se formó escándalo, pues los implicados desaparecieron.
De repente, se sintió observado y realizó otro sondeo. Se encontró con una mirada fría y dura. Un hombre con facciones que le resultaron familiares, estaba parado a escasos pasos detrás de él. Luego de un instante de lucidez, concluyó que era el joven que esperaba.
Se había preparado para ese momento, pero en aquel instante no logró producir una palabra que comenzara la conversación. Fue entonces el muchacho quien tomó la iniciativa, rompiendo el silencio con su voz quebrada: soy José Lineros ―¿usted es Juan Porteño?
Transcurrieron segundos en los que sólo la noche pareció respirar. Ante aquella pregunta, por la mente de Juan pasaron 14 años de soledad y dolor. Respondió con un movimiento de su cabeza.
Realizó un gran esfuerzo tratando de articular palabras y cuando estaban a punto de salir y decirle al muchacho toda la verdad sobre su parentesco, el joven sacó una pistola que brilló como el ojo de un felino en medio de la nada.
Hizo un solo disparo. Una descarga que le aliviaba 14 años de rencor y soledad, pero que lo dejaba huérfano, esta vez de verdad.
Juan se enteró por los comentarios de la gente que un forastero joven lo buscaba. Su instinto le hizo pensar en el muchacho que estaba esperando desde hacía muchos años. Creyó que el joven ya sabía el secreto que a él lo había perturbado desde aquel incidente con Damián Lineros. “Es el momento de aclarar todo”, se dijo.
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